lunes, 27 de diciembre de 2010

Editoriales virtuales

Una editorial virtual es una empresa dedicada a la edición y distribución de obras en formato electrónico a través de la Red. Hay ocasiones en que el autor se "edita" a sí mismo, como en los casos vistos anteriormente en el apartado correspondiente, pero en otras prefiere que su texto o textos sean alojados en un "espacio" calificado como "editorial". Debemos aclarar algo: la terminología utilizada refleja la del mundo de lo impreso y trata de diferenciar funciones distintas sobre una misma forma de producción. Básicamente no hay diferencias técnicas entre las páginas WWW de una "editorial virtual" y las de, por ejemplo, una revista o una publicación personal. Las diferencias son funcionales, es decir, se diferencian en la función que cumplen dentro de la Red y el tipo de servicio que ofrecen.

Una editorial virtual es, por tanto, una persona u organización que acepta publicar los trabajos de otros, bajo unas determinadas condiciones, a través de la Red. Debemos diferenciarlas claramente de aquellas editoriales del mundo de lo impreso que también pueden difundir determinados textos por la Red. Tendremos, pues, "editoriales en la Red" y "editoriales virtuales", que serían aquellas cuya actividad se desarrolla íntegramente en la WWW.

Este último tipo, del que nos ocuparemos aquí, ha proliferado en los últimos tiempos. Su virtud principal es que evita la dispersión de los textos literarios al agruparlos en un espacio común. Los textos que podían estar repartidos en diferentes páginas de servidores, dificultando su localización por parte de los posibles lectores, son más fáciles de encontrar dirigiéndose a un punto de alojamiento que se califica como "editorial".

Hay otro factor importante: el autor que desea obtener algún rendimiento económico a su producción literaria deja en manos de la editorial la gestión de sus derechos y el cobro, en su caso, de su obra. Este es uno de los puntos más complejos del mundo de la publicación en línea. La obra deja de ser un objeto material (el libro, la revista) y pasa a ser energía que se dirige allí donde es solicitada. Ya no existe una "tirada" de una obra, un número de ejemplares que son producidos materialmente y distribuidos a unos puntos de venta a la espera de la llegada de los lectores compradores. Ahora existe un espacio al que los interesados acceden para revisar el material existente y obtener una copia digital del texto.

En la Red se están observando dos tendencias básicas. La primera es su utilización como fuerza distribuidora y ahorradora de recursos. Basta con tener un solo original del texto para satisfacer la demanda de millones de posibles lectores. A diferencia del mundo impreso, en el que hay que realizar tantas copias materiales como compradores se estime que van a desear adquirir la obra (siempre por encima para poder alcanzar más puntos de venta), con el consiguiente esfuerzo económico y riesgo empresarial, en el mundo digital existe un solo original del que no es necesario realizar copias para llegar a más posibles lectores. Sólo en el caso de que la obra se materialice para su envío por otro medio exterior a la Red en un soporte ya sea digital (disquete, CD-ROM) o en copia impresa (edición bajo demanda o tirada tradicional) es necesaria una inversión económica complementaria, la del soporte y la duplicación.

Sin embargo, existe también una segunda fórmula, la de la gratuidad. El proyecto editorial, en este caso, ofrece la posibilidad de la edición en línea sin ningún tipo de contrapartida. Ya no es el negocio editorial, sino el mecenazgo cultural el que que prima. Puede que el autor no desee obtener un rendimiento económico por su obra, sino que lo haga por el mero placer de escribir y ser leído. En estos tiempos comerciales nos puede parecer extraño, pero la Red siempre ha sido una fuente de material libre y del deseo de compartir. Sólo en estos últimos tiempos se ha contemplado como un espacio comercial, como un mercado. La editorial, en estos casos, puede conseguir financiarse mediante alguna institución que apoye la iniciativa o mediante publicidad si logra un número suficiente de accesos para atraer patrocinadores.

Las editoriales virtuales pueden ofrecer obras de todo género o especializarse en algún tipo de textos que atraigan a los aficionados. Las hay especializadas en poesía o en géneros como la ciencia ficción, etc. Algunas publican en varios idiomas y otras lo hacen sólo en uno. Es previsible que las editoriales virtuales sirvan de antesala a la publicación impresa. La Red puede ser un buen banco de pruebas para comprobar la aceptación de los textos, si bien las condiciones en uno y otro medio son muy distintas, pero, en cualquier caso, permiten conocer sus posibilidades en mayor grado que las del original que llega directamente a la editorial sin ningún tipo de referencia y queda a expensas de la intuición de los editores.

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